Impacto humano en los Ecosistemas Árticos
El ártico
está formado por aquellas partes de Norte América, Groenlandia, Islandia,
Noruega y Rusia que forman parte del círculo ártico. También incluye el océano
Ártico, sobre el cual flota una gran masa de hielo que envuelve el Polo Norte.
Las personas
que habitan estas zonas y los científicos que las estudian han notado los siguientes
cambios en estos ecosistemas árticos a lo largo de los años:
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Cada
año se derrite más hielo.
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Hay
menos nieve y más aguanieve en invierno.
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Algunas
regiones están ahora pobladas de mosquitos, cuando nunca antes habían tenido.
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Ciertos
arbustos leñosos están multiplicándose en terrenos más cálidos donde antes solo
había tundra formada por musgos y líquenes.
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Algunas
especies de pájaros, como el petirrojo, se han trasladado a áreas donde son tan
extraños para la gente local que ni siquiera tienen un nombre para ellos en su
idioma nativo.
La
consecuencia del calentamiento global en el Ártico es que los ecosistemas están
cambiando. Por ejemplo, el hielo virgen tiene la capacidad de albergar algas en
su parte inferior. La superficie del hielo le da al alga una zona a la que
agarrarse y su trasparencia permite que pase la luz del sol, haciendo posible
que el alga haga la fotosíntesis. Las algas se tratan de los productores más
importantes de los ecosistemas árticos, y un descenso en su población tendría
repercusiones en las redes alimentarias que dependen de ellas. Según se
derriten los glaciares en el ártico las algas tienen menos superficie a la que
agarrarse por lo tanto hay una disminución de alimento para el siguiente nivel
trófico, y a raíz de eso, incluso depredadores del último nivel como los osos
polares, son afectados.
A medida que aumentan las temperaturas, los hábitats de organismos de
climas más cálidos se van extendiendo hacia el norte. Es así como los mosquitos
o los petirrojos han llegado a partes
del ártico donde antes eran desconocidos. Se teme que al entrar nuevas especies
en estos ecosistemas, también entren nuevos patógenos. En último lugar,
residuos que antes estaban congelados en la tundra se están descongelando y
comenzarán a descomponerse, produciendo aún más dióxido de carbono y metano a
la atmósfera.
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